martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 5: El manual de la invisibilidad.

¿Cómo diablos se han vuelto invisibles? ¡En este capítulo se explica el truco! 



CAPÍTULO V

EL MANUAL DE LA INVISIBILIDAD

Era como si pudiera escoger hacerse invisible a placer. Yukiko Kudo había conseguido evaporarse como el humo para, unos segundos más tarde, reaparecer junto a la cámara de vídeo, eso sí, esta vez sin el libro del Kells.
-          El truco es simple – empezó a explicar la actriz – aunque si me permiten, iniciaré el show de la deducción desde el transcurso de la cena, para que la cadena de razonamientos se desarrolle de una forma lógica y ordenada. Veamos, todos ustedes recuerdan que durante la cena todo iba sobre ruedas hasta que el mayordomo, Josué Gomes, trajo consigo la nota amenazante que cordialmente nos envió Kaito Kid. Después de ello y para evitar cualquier evasión por parte de nosotros, los comensales, nos dirigimos todos a la sala del Kells para asegurarnos de que todo permanecía en orden, y pocos minutos después nos repartimos en dos grupos para hacer más fructífera la vigilancia e imponer trabas al inquilino non grato. Una vez estuvimos todos en posición y se hizo la medianoche, las luces se apagaron y se llevaron el libro, dejando inconsciente previamente a los miembros del grupo que velaba en la puerta de la sala. Inmediatamente iniciamos nuestras propias pesquisas y hallamos en los exteriores del jardín una bolsa con un pasamontañas, un gorro negro, un bate y unos guantes, presumiblemente elementos que Kaito Kid utilizó para ocultar su identidad.
-          Entonces está claro, hay que llamar a la policía cuanto antes para que se haga cargo de su busca y captura – replicó Sean - ¡tienen que atrapar a Kaito Kid!
-          Si eso es lo que ustedes prefieren, adelante – dictaminó Yukiko – pero antes déjeme que les diga una cosa, déjenme que les diga que aunque esta sea, sin duda, la solución óptima a nuestro problema, no es, ni de lejos, la verdadera.
-          ¿A qué se refiere exactamente? Explíquese – le recriminó el magnate.
-          Pues que aquí Kaito Kid nunca ha robado nada – sentenció la mujer.
-          ¿¡Cómo!? – exclamaron al unísono.
-          Primero, Kaito Kid es un ladrón de guante blanco y, como tal, nunca habría hecho uso de semejantes elementos, tales como el bate, etc, para dar el golpe. Segundo, tendría que haber enviado la nota con un mes, como normalmente hace, de antelación. Pero no lo ha hecho. Además – prosiguió – en la nota que han enviado no aparece la caricatura que Kid incluye siempre en sus cartas, por no hablar de estar compuesta por recortes de diversas revistas.
-          Entonces – dictaminó Giullieta Giardelli – el ladrón externo se ha hecho pasar por Kaito Kid para evadir sospechas.
-          Veo que no lo entienden – dijo Yukiko con una sonrisa – ¡el ladrón se encuentra en esta casa, es uno de ustedes!
-          Imposible – dijo Emmanuel Blow – ninguno de nosotros se ha quedado solo en toda la noche.
-          Bueno, el ladrón robó el Kells estando en compañía – dijo enigmáticamente Yukiko Kudo desde la sala del Kells.
-          Claro, haciéndose invisible – respondió con sorna Niamh.
-          Justo, ha dado en el clavo – rió Yukiko – yo misma les acabo de enseñar cómo.
-          Pero es absurdo – dijo Filomeno Vancete – nosotros, incluida usted, hemos visto que el libro estaba a través de la cámara de vigilancia.
-          Eso era un truco de ilusionismo – dijo Yukiko – lamentablemente, a los ojos de un gran detective, el engaño es evidente. Nosotros no vimos el Kells, vimos una imagen del Kells.
-          ¿Acaso no es lo mismo? – preguntó Sean Grace.
-          No, porque en el instante en que nosotros mirábamos a través del monitor, el libro ya había sido sustraído. Verán, el ladrón aprovechó los escasos minutos que tardamos en llegar a la sala de seguridad con el objetivo de vigilar para robar el libro. Una vez lo hubo escondido, tendría que hacernos creer que el libro todavía se encontraba en la sala para poder montar todo el paripé y garantizarse una coartada.
-          Entonces lo que nosotros acabamos de ver no es el Kells auténtico, sino una imagen – dedujo el magnate.
-          En efecto – respondió Yukiko.
-          ¿Cuál? ¿Cuál es el método que ha utilizado, Yukiko-san? – preguntó con impaciencia Filomeno Vancete.
-          Pues me he valido de cuatro tiras de celo y esto – explicó Yukiko mientras Conan mostraba la invitación al certamen del Kells por la cara que contenía la vitrina y el libro.
-          Yo misma pensaba que el robo lo había efectuado un individuo externo hasta que encontré una tira de celo enganchada a la cámara cuando hemos realizado las pesquisas en la sala del Kells. Y ha sido ahí cuando me he dado cuanta del truco del que el verdadero ladrón se había valido. Esta imagen del Kells es una fotografía que fue tomada desde la cámara de vigilancia a propósito, pues el ladrón, para desplegar sus habilidades ilusionistas, ha enganchado esta invitación por la cara de la foto en la cámara. Así, ¿ven? – dijo Yukiko, acercando y alejando la imagen de la cámara – de esta manera, cuando el ladrón hubo escondido el libro, se metió en la sala del Kells y se valió de las escaleras, que estaban situadas estratégicamente en el pasillo,  para enganchar la invitación y así hacernos creer que el Kells estaba aún en la sala.
-          Pero usted está subida en unas escaleras – dijo Filomeno Vancete impresionado – que no estaban cuando nosotros entramos en la habitación – Y el ladrón, por muy listo que fuese, dudo mucho que fuera capaz de bajar de las escaleras a oscuras sin pegarse un trompazo.
-          Ya lo he tenido en cuenta – dijo Yukiko – seguramente el ladrón enganchó también un hilo largo para tirar de él y desenganchar la postal. Si hubiera usado las escaleras, el susodicho hubiera desenganchado correctamente todas las tiras de celo, ¿no? Sin embargo, ha quedado una. Eso nos revela que el método del que se ha valido el sujeto para retirar la postal era inestable. ¿Y cuál es más inestable que este?
-          Claro – asintió la historiadora italiana.
-          En resumen – dijo Niamh – mientras nosotros nos dirigíamos a la sala de vigilancia, el ladrón entró en la habitación, se apoderó del libro, lo escondió, dejó en el jardín una pista falsa, volvió, cogió las escaleras, colgó la postal, devolvió las escaleras al pasillo, apagó las luces, retiró la postal, y se camufló entre nosotros.
-          Exacto – respondió Yukiko.
-          Absurdo – contrarrestó Niamh.  

El ladrón ha desplegado su magia, mostrando su arte de la invisibilidad y una gran velocidad para cometer el robo…


2 capítulos para que finalice esta emocionante historia... ¿¡pero quién demonios es Kaito Kid?!


Visitad el blog de la escritora de esta historia, es genial :D


¡Saludos!


Capítulo 334: Dos princesas tal para cual (2ª parte).

¡El capítulo 334 ya está disponible! :D



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