miércoles, 12 de septiembre de 2012

Capítulo 6: ¿Dónde está el Kells?

¿Dónde está el libro de Kells? ¿Lo descubriremos en el penúltimo capítulo? 

CAPÍTULO VI

¿DÓNDE ESTÁ EL KELLS?

-          Pero es un poco incongruente, ¿no? – inquirió Josué Gomes, que hasta ese instante había permanecido callado - ¿cómo pudo en, como máximo, cinco minutos hacer todo eso?

-          Pero entonces, si el ladrón robó el Kells antes de que se apagaran las luces, el único que pudo hacerlo es Josué Gomes – explicó Filomeno Vancete.

-          O el dueño de la mansión, Connail McCarthy – dijo Giullietta Giardelli – él también se quedó a vigilar la sala junto al mayordomo.

-          ¿Entonces, quién demonios lo robó? – se desesperó Emmanuel Blowe.

-          O también pudo ser Niamh McCarthy – expresó Yukiko – ella era la única que podía apagar las luces, puesto que poseía el mando que controlaba la domótica de la casa.

-          Tiene razón en ello – manifestó Niamh – pero oiga, creo que se le pasa un detalle por alto. El libro lo robaron antes, ¿no? Y yo antes estaba en compañía de cinco de ustedes. Es imposible que lo hubiera robado. Y si yo no lo robé, ¿por qué querría yo apagar las luces de la mansión?

-          O tal vez fue Sean Grace – señaló la actriz con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

-          ¿En qué quedamos? – dijo cansada la historiadora italiana – Decídase de una vez, no se haga de rogar. O es que – dijo poniendo cierto énfasis y pausa a sus palabras -  ¿acaso no sabe quién es y los está enumerando a boleo?

-          Para nada – se defendió Yukiko – es más, si se lo acabo de decir. Acabo de descubrir al ladrón.

-          Pero usted ha ido señalando a distintas personas – apuntó el jugador de baloncesto.

-          Naturalmente. Haber, para que el ladrón tuviera tiempo de hacer todo lo que hizo, o bien poseía características sobrehumanas, tales como la capacidad de viajar a la velocidad de la luz, teoría que rechazo por absurda – dijo Yukiko – o bien contaba con la ayuda de un cómplice. Así pues, mientras un individuo se encargaba de enganchar la invitación a la cámara y guardar las escaleras, el otro cogía el Kells y lo escondía.

-          ¿Y lo de las pistas falsas? – preguntó el policía retirado.

-          Ahh, eso se hizo antes, hombre. Tal vez incluso antes de que llegáramos los huéspedes a la mansión – declaró la actriz.

-          Ya. ¿Y qué pintan las luces? – reiteró la hija del magnate.

-          Voy, voy. Pues cuando ya se hubo montado el truco, tan solo había que ponerlo en marcha, tal y como sucedió – finalizó Yukiko.

-          Bien, ¿Y qué par de personas es el supuesto ladrón? – inquirió ansioso Filo Vancete.

-          ¿Par? Querrá decir Póquer – informó cansinamente Yukiko.

-          Insinúa que…

-          Pues claro, ¿acaso no he dicho ya que los había mencionado a todos? El póquer de ladrones está compuesto por los residentes en esta mansión, ¡Conaill y Niamh McCarthy, Sean Grace y Josué Gomes!   

-          Está usted como una cabra – dictaminó Niamh con desprecio.

-          Tal vez, pero ahora poseo una lucidez mental extraordinaria. Josué y Conaill fueron los encargados de esconder el Kells y preparar el truco, mientras el resto nos dirigíamos al cuarto de vigilancia. Por supuesto, para evitar que se sospechara de alguno de ellos dos después del robo, muy astutamente Sean Grace propuso, antes, que nos dividiéramos en dos grupos con el objetivo de impedir el robo. Una vez arriba, también para evadir sospechas, tanto Sean como Emmanuel bajaron a hacer compañía al magnate y el mayordomo. Lo hicieron para utilizar a Emmanuel como una coartada, ya que él les puede confirmar que ninguno de ellos se movió de la puerta antes de recibir la descarga. Naturalmente, el magnate y el mayordomo ya son hombres de edad avanzada, así que necesitaban a alguien más joven para encargarse de Emmanuel en caso de que decidiera defenderse ante un ataque. ¿Y quién mejor que Sean? Así pues, una vez se hizo la hora anunciada del robo, Niamh apagó las luces y las encendió por el control remoto un poco después de que rompieran el cristal, probablemente con una patada. ¿Alguna pregunta?

-          Sin duda todo encaja a la perfección – dijeron la historiadora italiana y el jugador de baloncesto.

-          ¿Tiene pruebas? – la interrogó el magnate.

-          Claro. En el los zapatos de Sean seguramente encontrarán restos de los cristales rotos del aparador. Él, al ser joven posee la fuerza suficiente como para destrozar la vitrina de un golpe.

-          Déjeme ver – le instó el ex policía - ¡Tiene usted razón, hay restos de vidrio!

-          ¿Cómo puede ser que tenga, si no entró a la sala del Kells cuando Filomeno y yo investigábamos?

-          Además, nadie rompería la vitrina a lo bestia para robar un libro tan valioso, arriesgándose a dañarlo – dictaminó la actriz.

-          Si es así, ¿por qué querrían robar su propio libro? – preguntó desorientado Emmanuel Blowe.

-          Por el dinero del seguro. Querían cobrar una indemnización por la desaparición del libro, para luego venderlo en el mercado negro y sacarse dinerillo extra – explicó Yukiko.

-          Puede usted decir lo que quiera – la desafió el magnate – y tal vez tenga razón, pero, estoy seguro de que sabe perfectamente que si no encuentra el libro en nuestra posesión, no puede acusarnos legítimamente. Así pues Yukiko-san, ¿nos podría decir dónde está el libro del Kells?


La sorprendente verdad reluce como un diamante en la mansión del irlandés, pero… ¿¡dónde demonios está escondido el Kells!? 

¿Dónde demonios está el libro? Y lo más importante... ¿estará Kid entre alguna de las personas de la mansión? ¡Todo será solucionado en el último capítulo!